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jueves, 24 de marzo de 2011

El perfume - Patrick Süskind

“ En el siglo XVIII vivió en Francia uno de los hombres más geniales y abominables de una época en la que no escasearon los hombres abominables y geniales” 



No se trata de otro que “Jean-Baptiste Grenouille” , del que el autor de la obra nos narrará su vida relatada en tercera persona. Grenouille nació en la más absoluta miseria, entre las tripas de pescado de un puesto del mercado de uno de los peores barrios de París. Su madre, joven moza de veinticinco años, pretendía dejarlo morir entre aquellas apestosas tripas como había hecho anteriormente con sus cinco hermanos. Pero Grenouille pensaba aferrarse a la vida con uñas y dientes, y fue su llanto el que lo salvó de aquella muerte prematura, antes de haber vivido. Su madre fue decapitada en la plaza mayor.
No muestra Grenouille sentimiento alguno más que la obsesión por poseer un olor propio. Pues, junto con la virtud de tener un olfato desmesurado, nació completamente carente de olor mundano. Lo cual hizo que, ya desde la más tierna infancia, los que estaban a su alrededor sintieran cierto rechazo hacia el muchacho. Esta fijación con los olores, la más clara y absoluta meta de encontrar el perfume entre los perfumes que consiguiera dotarlo de olor será lo que marque las pautas de su comportamiento.

El perfume es un libro sumamente descriptivo, muy minucioso, hasta el más ínfimo detalle, con un lenguaje cuidado, frases relativamente cortas y una gama de fragancias definidas de lo más amplia. Llega incluso a describir olores que jamás se nos hubieran pasado por la mente. Y es que todo lo que aquí ocurre está narrado desde el punto de vista olfativo, dándole prioridad a ese sentido que suele estar tan olvidado a la hora de leer, ya que normalmente se suele centrar más en el plano visual. Es un libro corto y a la vez “enorme”, pues dentro de su sencillez es capaz de hacer que tu atención se centre completamente en los acontecimientos de la vida del protagonista. Los diálogos son breves y poco frecuentes, casi como si intentara comportarse de forma similar a la de Jean-Baptiste, que no hablaba más que cuando las circunstancias lo requerían estrictamente necesario.

Los personajes que aparecen en la obra, a pesar de que se recrea en sus vidas y trata de plasmarlos de una forma cercana y viva, no tienen mayor importancia que la que tuviera su paso por la vida de Grenouille. Como si todos fueran secundarios, meros utensilios para llegar a uno u otro lado. Entre ellos se podrían destacar a Baldini, un perfumista fracasado y de capa caída con el que Grenouille dará sus primeros pasos en el mundo de los perfumes, el marques de Taillade-Espinade, aristócrata defensor de la extravagante teoría del fluido letal, y, por supuesto, Jean-Baptiste Grenouille, el peculiar protagonista de esta simpar historia, obsesionado con tener olor y con el mundo de los olores, un ser al que muestra como alguien completamente despreciable, sin la menor virtud en cuanto a cuestiones morales, que sin embargo posee el don de poder captar la esencia de una sociedad tan oscura como su propia alma que lo ha ignorado desde niño convirtiéndolo en alguien casi invisible.

El libro trata de una forma diferente y de lo más original temas tan tratados como el de la aceptación, la exclusión, la lucha por conseguir unas metas incluso en contra del destino y la propia naturaleza, el deseo por ser uno más, la obsesión...Enlaza las ideas de principio a fin consiguiendo una conexión total con la mente de ese asesino. Tanto que asusta. Con un recorrido lógico a la par que surrealista. Y un final casi tan asqueroso como su inicio. Un final que puede resultar tan impactante como decepcionante. Por un lado, y a pesar de las secuencias surrealistas que en la trama se muestran, puede parecer demasiado “fantástico” para la trayectoria que hasta el momento se ha seguido. Pero por otro, el que acabe de una manera tan poco usual como escalofriante, le da una nueva vuelta de tuerca a la historia, un nuevo punto de vista a la interpretación de los hechos. No son pocos los que me han comentado que este final los dejó “fríos”. Conmigo también lo consiguió, pero personalmente me gustó la forma que tiene el autor de desentrañar finalmente los hechos ocurridos.

Tiempo después del éxito de la novela, fue llevada a la gran pantalla. Y la adaptación cinematográfica que le hicieron es una de las mejores que me he encontrado, a pesar de que ya de por sí, nos encontramos frente a nosotros con un libro casi imposible de adaptar al campo visual cuando casi todo está definido desde el mundo del olfato.

Y lo consigue, desde el primer momento, con ese impactante comienzo que nos adentra en un mundo altamente sensorial, lleno de pasiones y sinrazones que para el protagonista no tienen cabido si no es a través de su desarrollado olfato. El alma del ser humano es su perfume. Jean-Baptiste no posee olor, ¿no tiene alma?. Es un personaje (que si bien lo han caracterizado demasiado guapo para como lo describen en el libro) que incluso siendo el protagonista de la cinta, apenas dice esta boca es mía. Pero con pocas frases, con apenas palabras, es capaz de plasmar su esencia, mediante gestos, poses, miradas, situaciones...Y la importancia, su interiorización y caracterización tan propia, sus anhelos por ser amado, por ser aceptado por una sociedad que lo margina, a la que repele precisamente por su falta de olor, por lo cual quiere conseguirlo a toda costa y precio. No escatima en planos, la banda sonora es más que correcta, muestra bastante fidelidad al libro, siendo capaz de mostrarnos ese mundo de olores cruel y sin amor ni ningún tipo de sentimientos en el que ese asesino se maneja.

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